En algún momento de nuestras vidas, nos gustaría hablar con nuestro yo del
ayer, decirle algunos consejos y advertirle de algunas cosas y a su vez ese
niño que éramos nos miraría con tristeza preguntándose que hicimos con todos
esos sueños que teníamos y es que a medida que crecemos tenemos la mala
costumbre de deshacernos de nuestros sueños porque tenemos que aprender a ser más
“realistas”, pero ¿Quién pone esa pauta?.
Si me dejaran hablar con mi yo del ayer, no cambiaría muchas cosas, porque
cada error me aunque pudiese doler me ha llevado a ser quien soy hoy, a
quererme un poco más y a darme cuenta lo mucho que valgo porque a pesar de las
dificultades he logrado vencer obstáculos, pero si le daría algunos consejos
como que siguiese soñando, porque a medida que crecía deje de lado muchos
sueños, que perdonara y se perdonara a sí mismo, no es malo ni nunca lo será,
solo son errores necesarios, le haría entender que tendremos amistades que por más
que nos aferremos no van a durar porque su misión era permanecer por un tiempo
determinado y ayudarte a aprender algo, pero claro en ese momento dolió porque
no sabíamos qué se iba a acabar y dimos todo para que se quedara y aun así todo
no fue suficiente. Al igual que amigos no todos los amores son los finales, y
que tendría que quererme más yo misma antes de intentar dar el amor a los
demás, que lo que yo creía que sería mi media naranja no llegó a ser ni mi
medio limón y el verdadero amor lo descubrí en una mirada inocente, y no en el
príncipe azul que todos creen, que llegara… que debí aprender a respirar antes
de decir algunas palabras porque más que hacerle daño a otra persona me hice
daño yo misma y me llene de sentimientos innecesarios. Que habrá dolores que
nos harán tocar fondo y a la vez son los que necesitamos para coger ese impulso
y respirar. Quisiera que supiera que es necesario lanzarse al vacío, sentir
como la adrenalina sube a tu cuerpo, arriesgar más y pensar menos, porque no
todo se planifica, porque por mucho que lo intentemos las cosas, rectifico las
mejores cosas llegan así sin más.
Y es que aun, tengo que repetirme todo esto, porque estoy en crecimiento,
en continua remodelación, viendo como ocupo cada rincón de mí y que merece la
pena ser ocupado. Una parte de mi sigue soñando como esa niña que perdí pero
ahora me enfrento a mi otro yo que se cree racional, y resulta que es más
ilógico que el anterior. Siempre seremos una encrucijada que no sabe qué camino
coger pero necesita tener una dirección aun cuando no sabe a dónde quiere ir
realmente.
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