De tantos miedos me perdí, perdí esas ganas de soñar, de luchar, a veces
sientes que ese niño soñador que sabía a donde quería llegar, se esfumo, a el
no le importaba cual sería el camino a seguir ni el tiempo que tomaría encontrar
ese punto que escogió como destino, pero si valía la pena disfrutar y aprender
en el recorrido, por más que trato de buscarlo no lo encuentro, parece que se perdió
en el laberinto de mis dudas, pero de vez en cuando y de cuando en vez en esas
noches donde las estrellas son las que guían, lo escucho gritar, pero no está
desesperado, al parecer el sigue teniendo claro quién es y sabe que en
cualquier momento saldrá de nuevo, no tiene prisa pero sigue estando atento,
mientras tanto yo sigo agobiándome, anhelando un pasado que no volverá, pero ahí
está el otra vez con una risa tan dulce que me tranquiliza, creo que yo no
entiendo su calma y el no entiende mi prisa.
Así van pasando los días y las noches y seguimos en nuestros mundos
paralelos, somos uno solo ese yo de antes y mi yo actual en un eterno juego del
escondite y aun no tengo claro quién va a ganar, mientras yo sueño con el ayer él
quiere nuevas mañanas que descubrir y grito en silencio para evitar que la
gente me señale, grito a todas horas que le necesito que quiero que vuelva, que
perdí mi confianza, que ya no sé quién soy, de tanto disimular sonrisas me
quede atrapado en una máscara pero ya no quiero, no quiero más apariencias, no
quiero encontrar más caminos quiero ser yo el camino, busco en otras personas
algo que me complemente o me haga un cortocircuito cerebral que neutralice mis
sentidos para poderme encontrar, y mi yo pequeño entre suspiro y suspiro me
dice ¡pobre ingenuo, que se le olvido soñar!, ese día lo escuche con claridad,
era la hora de reaccionar, hoy quiero vestirme de colores, no me importa lo que
la gente opina, soy mi complemento, doy pasos pequeños que se hacen gigantes
para reencontrarme con él, ahora entiendo todo porque si él no se ha dado por
vencido es porque aun existo, yo lo mantengo vivo. No desapareció fui yo la que
lo escondió, ahora cuando rió lo puedo sentir
y eso hace que ría con más fuerzas porque hoy sé que tengo ganas de
vivir, que basta de dramas, de vestirme con la pena quiero ser mi alegría y no
pasar los días entre tristes agonías.
Desde hoy las agujas del reloj cambiaran su dirección y creceré cada día
para ser un niño de nuevo, contare mis historias en forma de trabalenguas
porque al fin y al cabo entre tantos locos no va existir nadie que me entienda,
soñare en grande y no habrán mas decepciones que me detengan, porque al fin de
cuentas los adultos son los monstruos que los niños con un poco de luz
ahuyentan.
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